Hace 2 semanas, cuando España venía de golear a Eslovaquia, escribí sobre las similitudes del mercado de inversión y el propio sector de juego. Si bien se tratan de 2 actividades diferenciadas, en el fondo tienen muchas cosas en común.

Invertir

Acción que consiste en emplear capital en una actividad de emprendimiento con el objetivo (expectativa) de obtener un beneficio, ganancia adicional o ingreso.

Ambas actividades tienen en común que las personas invierten una cantidad de dinero con el fin de obtener un beneficio futuro sobre un resultado incierto. Popularmente, el juego siempre ha gozado de peor imagen que la inversión. Hay muchos tópicos que han alimentado esta imagen. Por una parte, el juego tradicional de casino, tragaperras, bingo, … tienen un diseño matemático que, a largo plazo, otorga un beneficio a la entidad explotadora del juego. Con las apuestas deportivas, si bien es mucho más complejo que el operador pueda garantizar una ventaja sobre acontecimientos de índole deportivos, donde el resultado viene dado por un rendimiento humano y no por un algoritmo o puro azar, los operadores han conseguido diseñar unos modelos matemáticos predictivos que permiten diseñar apuestas a todo tipo de mercados con gran precisión, otorgando de nuevo una ventaja (aparente) sobre el consumidor final.

El mercado de inversión, por el contrario, ha estado rodeado de una imagen más sofisticada. Las personas que se dedican al sector suelen tener una buena formación académica, visten de manera elegante, leen la prensa salmón, conocen complejos productos financieros que la mayoría de la sociedad desconoce, … y en general realizan sus inversiones siguiendo análisis y estudios ad hoc para cada producto, y (en teoría), participan en un mercado libre y no contra la banca.

Bien, uno es alto, fuerte, guapo, inteligente, … y al otro le ha tocado ser el gracioso. Pero ambos tienen el mismo origen: arriesgar una cantidad de dinero sobre un resultado incierto.

Con la llegada de internet, el Big Data, desarrollo de software, … el mercado de las apuestas deportivas se ha ido sofisticando. Ha surgido un nuevo perfil de apostador que no apuesta con el sentimiento, si no con el análisis matemático. De alguna manera, ese apostador trasnochado que se veía en las películas debiendo dinero a la mafia y apostándolo todo a la Superbowl, se ha ido transformando en un joven matemático, ingeniero o informático que desde su casa ha diseñado una estrategia de inversión.

Cierto es, que este perfil de usuario analítico es algo residual y la mayoría sigue apostando con el corazón (o las tripas).

Por su parte, el mercado de inversión (acciones, criptomonedas, forex, …) ha ido realizando el camino opuesto con la llegada de la tecnología. Ya no es necesario ir a una oficina bursátil o disponer de un capital de inversión decente para empezar a invertir, ahora, están surgiendo muchas plataformas de inversión que han modificado sus productos para adaptarlos a un nuevo público, joven, arriesgado y acostumbrado a consumir por internet/móvil.

Ahora, puedes invertir 10€ en acciones desde casa en pijama.

Actualmente en España, se ha demonizado el sector del juego y se está regulando fuertemente la promoción de la actividad legal. Es cierto que ha habido una saturación de publicidad por parte de algún operador, pero la mayoría ejerce sus campañas de una manera respetuosa con la audiencia y sin mostrar mensajes erróneos.

Al menos en las empresas donde he tenido la suerte de trabajar, siempre hemos transmitido el mensaje de que el hecho de apostar es una actividad de ocio más, algo que es mejor hacer acompañado y que no debe suponer un gasto extra al usuario que le perjudique su vida diaria.

Actualmente (una vez cumplidos los plazos transitorios del RD 958/2020), los operadores de juego en España no pueden patrocinar equipos o competiciones deportivas, no pueden anunciarse en televisión hasta la 1 de la mañana, no pueden ofrecer promociones a nuevos usuarios, no pueden mostrar anuncios en redes sociales a personas que no tengan de por sí un interés claro en el sector, y un largo etcétera.

Sin embargo, estas nuevas plataformas de inversión pueden hacer todo eso y más.

Y el mensaje que se está promocionando es muy peligroso. Peligroso porque invita a invertir los ingresos o ahorros que esas personas jóvenes puedan tener. Porque les están ofreciendo productos muy complejos, con apalancamientos incluidos, sin que tengan la formación financiera necesaria. Porque le están inyectando mensajes equivocados sobre la inversión, promoviendo el trading diario para obtener mayores ingresos por comisiones. Y sobre todo, porque el mensaje que transmiten apela  a los instintos más primarios del ser humano:

eToro : “¿Y si hubieras invertido en las grandes empresas tecnológicas hace un año? 

Mientras muestra un gráfico de las empresas con mayores subidas y unos emojis tristes. Este mensaje apela al clásico “¿Vas a ser el último tonto en aprovecharte de una oportunidad que está haciendo ganar dinero a todos menos a tí?”

eToro: “¿Pfizer o Merck?” 

Obvio, estamos en una pandemia, las farmacéuticas que han desarrollado las vacunas lo tienen que “petar”, ¿no? ¿Cuál te gusta más? ¿Cuál crees que llegará más alto?

TopInvertir: “Con solo 250€ en acciones de Dogoin CFD puedes generar un segundo salario”

Oye pues nada, ya tenemos solucionado el tema de las jubilaciones.

Y así podríamos seguir con la cantidad de anuncios que veo cada día en mi feed de Twitter, en las stories de Instagram, o en los distintos banners de la prensa digital.

Sin duda, todos los agentes involucrados en este sector (plataformas de inversión, afiliados, prensa, …) deberían promocionar un mensaje responsable y acorde a la realidad de los productos de inversión.

El gobierno, por su parte, debería trabajar en varias líneas. Por una parte, trabajar para que el programa educativo incluya una formación financiera que permita las personas en su fase adulta entender los riesgos y características de estos productos, y por otro lado, debería regular la manera actual de promocionarlos, promoviendo otro tipo de comunicación comerciales por partes de estos agentes.

A día de hoy, es evidente que estas plataformas de inversión están apuntando directamente al mismo público que los operadores de juego. Hay mucho Lobo de Wall Street suelto que se va a dar un buen batacazo.